viernes, 12 de julio de 2013

La noche que dejemos de bailar


He oído que lo que está delante de nosotros y lo que está detrás es poco importante comparado con lo que reside en el interior: desde entonces llevo Ray-Ban siempre.


Entrando directamente hacia la barra, allí estaba ella, el gurú de la noche: la camarera. Ese ser a quien confío mi resaca semanal y de quien espero que, por compasión, no me ponga garrafón. Ese ser que parece siempre sereno entre tanta botella y nos hace ver a los demás siempre tan perjudicados con sólo una copa, porque recordemos que siempre es solo Una: Siempre es la Primera. (Al respecto os recomiendo ver el Decálogo de las 10 mejores mentiras, ésta se encuentra junto a la nueve, que también es de mis favoritas, la de “No- Te- Va -a -Doler”).

Era una de esas noches tranquilas de copa de Gin ácido en mano, que predecía resaca laboral post-mañanera, calor de 45 grados y aún no había llegado ÉL.

Las risas, las anécdotas de siempre: que si mi amiga se ha casado, que si mi media naranja, que si tu medio limón, que si ¡yo solo quiero peras¡( En fin…) Aquella era sin duda una noche más, sin lugar a dudas: nuestra noche.

De repente sonaron las palabras mágicas, se detuvo el tiempo, cesó el calor, se acabó el Gin y llegó ÉL. Todo el mundo levantó sus manos al son de: “mi reina bella, cosita loca”.



Gracias a ÉL, lo que nos enseñaron en el jardín de infancia cobra, por fin, todo su sentido: aquellas magníficas clases de psicomotricidad en las que se ponía música en un magnetofón de cinta, y cuando escuchábamos ciertas palabras, provenientes casi siempre de la danza de Xuxa, nos levantábamos aplaudiendo. Sólo que las palabras “dale, vaina, loca, dale, provoca” no estaban en el listado de los cuadernillos Rubio. (¡Lástima!)


Ha llegado el fenómeno de masas, líder indiscutible, presidente de la cumple del G-20.
  

De repente un chico se dirige a mi: “¿Eres de PitBull?” En ese momento me sentí como en aquellos pueblos de interior cuando te preguntan las viejecitas aquellas que pinchan cuando dan besos :" y tú de quien eres?" Me quedé con las ganas de decir : No soy de Manolo  y tú?

Hasta ayer, creía que teníamos a la “Generación del 27”, la “Generación de nuestros padres” (donde los Panchos cobraban su sentido y Ana Belén y Víctor Manuel eran los Romeo y Julieta de nuestra España cañí). He escuchado que somos la “Nueva Generación del Reggeton” 

Me siento como si con decir RON, Méndez, Madrid, no fumo gracias, ¡viva Amancio! ya sobrasen las palabras, ya sobrasen los cafés y el añorado flirteo por sms que a mi me encantaba… esa sensación de no saber cuándo te iba a responder, a diferencia de ahora que sabemos cuando SI y revindicamos cuando NO.

Desde mi más humilde opinión creo que debemos recordar nuestros orígenes, no podemos tener por líder a un señor que, con todos mis respetos, ha traído el fluor , las cadenas, los perros, los pinchos y ha dejado en quiebra a “just for men”... " ya tu sabe..."


Esa noche sin embargo, nosotros seguimos bailando al son de ÉL, y al son de música inglesa, al son de los Beatles, que algunos veneramos, al son de “Mi Chica (¡Grande!), al son de los Planeta, de Hombres G , de Duncan Dhu.

Somos sencillamente una generación que sabe de música, que ha mandado SMS desde nokias negros y  grandes, que le ha escrito a su primer amor desde una cabina publica , que se ha criado con los Simpson, que ha visto Sensación de Vivir, que ha llorado con la muerte de chanquete y que ahora viaja y se planta en Alemania a decir esta boca en mía, en definitiva puedo decir MODESTIA APARTE que esta es mi Generación!


…..y lo mejor de todo es que, con la que está cayendo, SEGUIMOS BAILANDO.



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